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El IBV crea un sistema que comprende las emociones para un coche autónomo “más humano y seguro”

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VALÈNCIA, 18 (EUROPA PRESS)

Un vehículo autónomo que entiende al conductor y sabe si siente miedo, enfado, satisfacción, aburrimiento, angustia, ira o alegría, y también cómo anda su nivel de concentración, atención o estrés.

En ello trabaja el Instituto de Biomecánica (IBV) con el proyecto SUaaVE -‘Supporting acceptance of automated Vehicle’-, financiado por el programa europeo ‘Horizon 2020’, para “humanizar las acciones del coche autónomo y mejorar la experiencia del viaje con un novedoso sistema capaz de estimar en tiempo real el estado mental, tanto cognitivo como emocional, de los viajeros”.

“Una forma de mejorar la experiencia del usuario es el desarrollo de vehículos empáticos que comprendan cómo se siente el pasajero, con altos niveles de automatización y capaces de responder a esos sentimientos teniendo en cuenta el entorno y el contexto. Este proyecto permitirá adaptar, por ejemplo, el modo de conducción de los vehículos autónomos para adaptarse a las necesidades del usuario, lo que aumenta la confianza en estos coches y, por tanto, su aceptación y éxito en el mercado”, señala el director de innovación en Automoción y Movilidad del IBV, José Solaz.

Y es que, según explica Solaz, hasta ahora, las investigaciones en vehículos autónomos se han centrado principalmente en soluciones técnicas sin considerar aspectos “intangibles”, como la percepción de seguridad, que podrían ser perjudiciales para la aceptación de esta tecnología.

Para dar solución a esta carencia, estos trabajos han combinado estadística clásica e Inteligencia Artificial (IA) para diseñar un modelo centrado en las personas que permita al vehículo gestionar acciones correctivas para mejorar el trayecto de viaje de sus ocupantes.

SIMULADOR DE CONDUCCIÓN

Para el desarrollo de esta nueva tecnología se han realizado pruebas en el HAV, un simulador de conducción dinámico y altamente inmersivo del IBV, en las que los participantes vivían la experiencia de viajar en modo autónomo en diferentes escenarios, diseñados para provocar las emociones más representativas que pueden sentir los pasajeros y, de esta manera, poder analizar sus señales fisiológicas.

Los simuladores de conducción permiten a los investigadores, en palabras de José Solaz, “simular situaciones de conducción del mundo real que serían demasiado arriesgadas o complicadas para recrearlas de forma fiable en la carretera o en una pista de pruebas y sobre todo muy difícil de asumir a nivel de costes”. “Hemos podido monitorizar aspectos de comportamiento como la expresión facial y cambios fisiológicos como la frecuencia respiratoria, la frecuencia cardíaca y la sudoración”, apunta el especialista en un comunicado.

En esta primera fase, un total de 50 personas voluntarias participaron en la experiencia de ir en un coche autónomo empático. La muestra estaba compuesta por conductores de edades comprendidas entre 25 y 55 años, y con una distribución balanceada de mujeres y hombres. Las futuras líneas de investigación se centrarán en la optimización del modelo a través de su entrenamiento para obtener altos niveles de precisión no sólo por las experiencias en el simulador sino también mediante la monitorización de conductores y pasajeros en condiciones reales de conducción.

IBV lidera este proyecto en el que colabora con las empresas españolas Idiada Automotive Technology y Idneo Technologies; el Centro Ricerche FIAT en Italia; la University of Groningen en los Países Bajos; la Fondation Partenarial Mov’eotec – Vedecom, la Université Gustave Eiffel, el Institut Polytechnique de Bordeaux y ESI Group en Francia; y la Technische Universitaet Muenchen en Alemania.


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